Fragmento de "Siddhartha" de Herman Hesse

todas las metas, todos los deseos, todos los sufrimientos, todos los placeres,

todo el bien y todo el mal,

todo eso junto era el mundo. Todo eso formaba el río del devenir,

era la música de la vida. Y cuando Siddhartha escuchaba atentamente a ese río,

aquel canto orquestado por miles de voces,

cuando no escuchaba los lamentos ni las risas,

cuando no ataba su alma a una de esas voces ni se introducía en ella con su propio Yo,

sino que las oía todas, percibiendo el Conjunto,

la Unidad, entonces la gran canción de las mil voces se reducía a una palabra, a una sola,

y esa palabra era: Om; la perfección.